El Pensador de Auguste Rodín es una de las esculturas más famosas de todos los tiempos. Esta imagen de un hombre inmerso en sus reflexiones hasta el punto de tensar cada músculo de su cuerpo muestra la maestría del artista francés.
Auguste Rodín se ganó un lugar en la historia no solo por la genialidad de su obra sino por su aporte a la escultura, que hasta el momento era de visión única y se utilizaba para representar dioses, musas y mitos.
Este incansable artista cambió la narración del mito clásico esculpiendo figuras realistas realizando acciones tan simples como amar y pensar. Podría decirse que reflejaba momentos humanos y ya no acontecimientos prodigiosos protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios.
«El verdadero artista expresa siempre lo que piensa, aún a riesgo de hacer tambalear todos los prejuicios establecidos», planteó Rodín.
El Pensador de Rodín tamaño
- Auguste Rodin (1840 -1917)
- Monumental
- 1903
- Bronce
- Alto 180 cm ; Ancho 98 cm ; P. 145 cm
- Peso: 650 Kg.
El Pensador de Rodín historia
El Pensador fue la primera obra del escultor que se erigió en un lugar público. Se inauguró el 21 de abril de 1906 frente al Panteón de París en medio de una intensa crisis política y social que hizo que esta obra se convirtiera en un símbolo socialista.

Creador: Marcel Hutin. Copyright: © Musée Rodin
No obstante, seis años más tarde, valiéndose del pretexto de que la escultura era un obstáculo durante las ceremonias, fue trasladada a su actual emplazamiento, el maravilloso jardín del Museo Rodín (donde vivió el artista hasta su muerte).
Rodeado de vegetación puede verse sobre un pedestal a este hombre que retuerce hasta los dedos de sus pies en fu afán de «pensar».
La particularidad de El pensador no radica solo en la técnica utilizada por el escultor sino por su significado. La obra transmite una emocionalidad universal y a la vez particular para cada individuo.
¿Dónde está El Pensador ?
Fue creado en 1880 para decorar el tímpano de La Puerta del Infierno (La Porte de l’Enfer). Su tamaño original fue de unos 70 centímetros y su nombre El Poeta (Le Poète), debido a que representaba a Dante, el autor de La Divina Comedia que inspiró el conjunto.
La figura se proyectó inclinada hacia delante para observar los círculos del Infierno, mientras meditaba sobre su obra. Este era un cuerpo torturado y un hombre de espíritu libre decidido a transcender su sufrimiento mediante la poesía.
A partir de 1888, El Pensador fue mostrado por separado, convirtiéndose en una obra autónoma, ampliada en 1904 a una dimensión monumental que incrementó su popularidad.
Como ya se mencionó, el original se encuentra en el Museo Rodín, pero hay réplicas por todo el mundo. Esta escultura es una de las más replicadas del mundo.
Se la puede ver en el Museo Vaticano, la Universidad de Columbia en Nueva York, Museo Pushkin de Moscú, la Plaza del Congreso en Buenos Aires, Museo Nacional de Tokio, Museo Rodin de Filadelfia, Cementerio Laeken en Bruselas, Museo Prins Eugenes Waldemarsudde en Estocolmo, Congreso Nacional de Chile en Valparaíso, Parque Borde Costero de Viña del Mar, Alte Nationalgalerie en Museumsinsel Berlin, Museo de Arte Shizuoka Prefectural de Japón, Centro de Arte Cantor en la Universidad de Stanford
Análisis de El Pensador
Se considera que esta figura representa a la perfección la filosofía. La manifestación corporal del hecho de pensar.
«Lo que hace que mi pensador piense es que él piensa no solo con su cerebro, sino con su ceño fruncido, sus fosas nasales distendidas y sus labios apretados, con cada músculo de sus brazos, espalda y piernas, con los puños apretados y sus dedos de los pies encogidos», explicó Rodín.
Para su pose, el artista se inspiró en las esculturas de Jean-Baptiste Carpeaux titulada Ugolino y sus hijos y de Lorenzo de Médici, esculpido por Miguel Ángel.
Foto: Andrea Jemolo / Musei del Bargello
El Pensador parece quieto, pero la torsión del cuerpo invita a un recorrido dinámico. La diagonal del brazo derecho traza un eje desde la cabeza hasta el pie izquierdo.
Pese a que el brazo derecho sostiene el mayor peso corporal, se observa un gran equilibrio porque el volumen de ambos brazos tienen igual trascendencia y convergen en la misma pierna.
La superficie rugosa y los efectos lumínicos contribuyen a crear dinamismo y vitalidad.
El Pensador nos invita a caminar alrededor de él. De esta forma no se narra un momento congelado en el tiempo, sino un espectro de pensamientos y sentimientos.
Técnica escultórica
Rodín era conocido por la utilización de la técnica de vaciado y modelado. El artista deseaba captar múltiples perspectivas por lo cual solía realizar gran cantidad de bocetos de arcilla de cada una de sus obras.
«Incluso en las obras en las que el aspecto de la acción no está en primer plano siempre me propuse enfatizar los gestos; muy rara vez representé el estado de la inmovilidad absoluta. Siempre he tratado de expresar los sentimientos internos a través de la tensión muscular. Sin la vida, el arte no existe» , reveló Rodín.
El primer modelo de El pensador fue hecho de terracota y esculpido enteramente por el francés, pero ante los múltiples encargos, ordenó a los asistentes esculpir la forma a partir de la pieza original y él se encargaba de dar los toques finales. Se construyó un molde de escayola que sirvió para las 50 reproducciones en bronce.
Entre las novedades técnicas aportadas por Rodín a la escultura, podemos destacar el non finito (no acabado), que se alejaba de las concepciones más académicas. Esto le permitía dar la sensación de inacabado a sus obras, dejando la huella de las herramientas que utilizaba, con el fin de acentuar la expresividad de la materia.
De esta manera, la obra de Rodín podría catalogarse como impresionista por el no acabado; expresionista por la fuerte expresión del hombre; y simbolista por la escala monumental de la escultura.
El pensador de Rodín por Gabriela Mistral
Con el mentón caído sobre la mano ruda,
El Pensador se acuerda que es carne de la huesa,
carne fatal, delante del destino desnuda,
carne que odia la muerte, y tembló de belleza.Y tembló de amor, toda su primavera ardiente,
ahora, al otoño, anégase de verdad y tristeza.
El «de morir tenemos» pasa sobre su frente,
en todo agudo bronce, cuando la noche empieza.Y en la angustia, sus músculos se hienden, sufridores
cada surco en la carne se llena de terrores,
Se hiende, como la hoja de otoño, al Señor fuerteque le llama en los bronces… Y no hay árbol torcido
de sol en la llanura, ni león de flanco herido,
crispados como este hombre que medita en la muerte.
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